"Los abanderados marchan a la vanguardia de una causa digna. Representan lo que es bueno y noble. A menudo llevan banderas u otros símbolos para expresar identidad, propósito y unidad.¿No es ese el papel más importante que todos podemos desempeñar en esta vida, para ayudar a otros a encontrar a Jesús? Ya sea para ayudar a otros a sentir Su amor a través de la compasión, o para encontrar Su luz a través del servicio, o para escuchar Sus palabras al compartir nuestros testimonios, el mejor logro que podemos obtener en esta vida es encontrar y guiar a otros a nuestro Salvador, Jesucristo. Como el presidente Nelson testificó tan poderosamente:
"Hablando de quienes portan estas banderas, me contaron un tierno relato durante la temporada navideña que acababa de pasar. Mientras los niños representaban la historia de la Navidad, un niño sostenía en alto una estrella envuelta en papel de aluminio, montado en palo de escoba. Más tarde, alguien elogió al niño por su resistencia al mantener a esa estrella tan alta durante un período tan largo de tiempo. El niño, que no había hablado ninguna línea, respondió con alegría: "Tuve el papel más importante en la obra. Le mostré a la gente cómo encontrar a Jesús".
"Como Sus abanderados, debemos ayudar a los de corazón sincero a encontrar a Jesús. No ondeamos banderas. Y generalmente no llevamos estrellas montadas en palos de escoba. En cambio, como abanderados de Jesús el Cristo, de buena gana y con gratitud, tomamos Su sagrado nombre sobre nosotros. Nos alistamos en Su causa por el convenio" (“Standards of Standard-Bearers of the Lord,” BYU Eighteen-Stake Devotional, January 6, 1991).
"Jesús el Cristo nació para morir (véase 3 Nefi 27: 13–14 ). Él murió a fin de que pudiéramos vivir nuevamente. Nació para que toda la humanidad pueda vivir más allá del sepulcro (véase 3 Nefi 27: 14–15 ). Su Expiación se llevó a cabo en Getsemaní, donde sudó grandes gotas de sangre, y en el Gólgota (o Calvario), donde Su cuerpo fue levantado sobre una cruz en el “lugar de la calavera”, que significaba la muerte. Esa Expiación infinita libraría al hombre de la muerte perpetua(véase 2 Nefi 9: 7 ). Su Expiación hizo que la resurrección fuese una realidad y el don de la vida eterna una posibilidad para todos los que obedecieran Sus enseñanzas. Su expiación llegó a ser el acto central de la historia de toda la humanidad.
"Nuestros recuerdos de la Navidad están enriquecidos por estas realidades. Toda persona que tenga un testimonio del Señor tiene el privilegio, por fe, de saber acerca de Su origen divino y de testificar que Jesús es el Hijo del Dios viviente." (“Christ the Savior Is Born,” Brigham Young University Devotional, December 10, 2002).
Fuente: Artículo titulado "A Short Christmas Story from President Nelson That Will Warm Your Heart, Snow or No Snow" escrito por Danielle B. Wagner y publicado en ldsliving.com. Traducido al español por Dastin Cruz para mundosion.org
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