¿Es razonable fundamentar nuestra fe en el testimonio del Espíritu Santo?

Por Dastin Cruz

Como miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos frecuentemente compartimos nuestro testimonio de la verdad con las demás personas. Nosotros creemos que Espíritu Santo testifica de la verdad, y es mediante Su poder que podemos “conocer la verdad de todas las cosas” (Moroni 10:5). El presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) enseñó: “Por medio del Espíritu Santo la verdad es entretejida en la misma fibra y tendones del cuerpo de manera que no puede ser olvidada” (Joseph Fielding Smith, Doctrina de Salvación, comp. Bruce R. McConkie, tomo 1, pág. 45.)

Sin embargo es usual que a veces quienes nos oyen, aún no creyentes vean el testimonio interno del Espíritu Santo intelectualmente deficiente. El no creyente en promedio piensa eso. Hoy presentaré algunos argumentos de un filósofo y apologista evangélico William Lane Craig sobre la validez de las experiencias espirituales personales como medio para establecer la verdad. Craig es autor de un libro llamado Reasonable Faith: Christian Truth & Apologetics (3ra edición, Crossway Books, junio de 2008). En el primer capítulo de su libro, él da, en mi opinión, una buena defensa de por qué el creyente puede depender racionalmente de las experiencias espirituales como base para la fe y el compromiso religioso. Su tesis general no es diferente al enfoque del filósofo SUD Blake Ostler en su presentación de la Conferencia FAIR el 2007. Craig ofrece algunos argumentos de los cuales creo que tanto mormones como evangélicos podemos aprender. A continuación presentaré algunas de sus ideas de su libro.

¿Cómo sé que mi creencia es verdadera?

Para responder a esta pregunta, Craig señala que es fundamental distinguir entre saber que nuestra fe es verdad y mostrar que nuestra fe es verdadera. La forma en que sabemos que nuestra creencia es verdadera es por el testimonio de auto-autenticación del Espíritu Santo de Dios. Con esto él explica, primero que el testimonio interno del Espíritu Santo es verídico e inconfundible (aunque no sea necesariamente irresistible o indubitable) para la persona que lo tiene y segundo que esa persona no necesita argumentos o evidencias complementarias para conocer y saber con certeza que, de hecho, él o ella está experimentando el Espíritu de Dios y por último que dicha experiencia le dota a uno no sólo con una seguridad subjetiva de la verdad, sino con el conocimiento objetivo de la verdad; y que los argumentos y las evidencias incompatibles con esa verdad son abrumadas por la experiencia del Espíritu Santo para la persona que la tiene por completo.

Por lo tanto, aunque los argumentos y la evidencia se pueden usar para apoyar la fe del creyente, nunca son propiamente la base de esa fe. Para el creyente, Dios no es la conclusión de un silogismo; él es el Dios viviente de Abraham, Isaac y Jacob que moran en nosotros. ¿Cómo sabe entonces el creyente que el cristianismo es verdadero? Él lo sabe por el testimonio de autenticidad del Espíritu Santo que mora en él, escribe Craig, Por lo tanto, cuando una persona se niega a venir a Cristo, nunca es solo por falta de pruebas o por dificultades intelectuales; en la raíz, se niega a venir porque voluntariamente ignora y rechaza el recibir del Espíritu Santo en su corazón. Por lo tanto, tanto para el creyente como para el incrédulo, es la función del Espíritu Santo la que proporciona el conocimiento de la verdad.

¿Es solo una experiencia psicológica no racional?

Una objeción de facto, es una que está dirigida a la verdad de la fe, que intenta mostrar que las afirmaciones cristianas de verdad son falsas. Por el contrario, una objeción de jure intenta socavar la creencia cristiana, aún si el cristianismo es, de hecho, verdadero. Plantinga identifica tres versiones de la objeción de jure: que la fe cristiana no está justificada, que es irracional y que es no está garantizada. El objetivo de Plantinga es de mostrar que todas esas objeciones de jure para la fe cristiana no tienen éxito, o, en otras palabras, que la fe cristiana se puede demostrar ser injustificada, irracional, o no garantizada sólo si se demuestra que las creencias cristianas son falsas (objeción de jure). Por lo tanto, no hay objeción de jure para la creencia cristiana independiente de la objeción de facto.

Craig menciona que Plantinga tiene razón de que si el cristianismo es verdadero, entonces algo así como su modelo es muy probable que sea verdadero. Así que no hay ninguna objeción de jure a la creencia cristiana. El no creyente que quiera argumentar de que la fe cristiana es injustificada, irracional, o no garantizada tiene que presentar objeciones a la verdad de la fe cristiana. Por si no lo hace, entonces, por todo lo que él sabe, el cristianismo muy bien podría ser verdadero, en cuyo caso simplemente no hay ningún problema con la creencia cristiana.

Alvin Plantinga señalo un ejemplo. Supongamos que seis testigos oculares me señalan y dicen que fui yo quien cometió un crimen. Sin embargo, tengo un recuerdo claro de estar en casa leyendo un libro en particular la noche del crimen. ¿Seguiré manteniendo mi propia inocencia? Sí lo haré. Pero, aún podría haber tanta evidencia: huellas dactilares, un video de vigilancia, pruebas de ADN, etc. ¿Qué tendría que decir? de alguna manera, era mi memoria lo que estaba mal. Entonces, una evidencia suficientemente fuerte puede y debe hacerme dudar incluso de mis propios recuerdos aparentemente claros. Por lo tanto, ¿Se puede señalar de forma paralela que no es justificable que el "testimonio interno" del Espíritu Santo triunfe sobre TODA la evidencia?

Aquí Plantinga habla lo que el llama un "derrotador intrínseco de derrotadores". ¿Qué quiere decir con eso? Cuando tienes una creencia propiamente básica (como una creencia en la memoria) se pueden enfrentar a los derrotadores. Normalmente necesitarías un derrotador del derrotador para permanecer racional y continuar manteniendo tu creencia.

Derrotador Intrínseco de Derrotadores

Por ejemplo, supongamos que tengo la creencia de que actualmente estoy en un lugar México, pero alguien me informa que no, que no es México, que has cruzado los límites del país y estás en EE.UU, una país diferente. Ahora tengo un derrotador de esa creencia de que estoy en México. Para continuar sosteniendo esa creencia racionalmente necesitaría un derrotador del derrotador. Quizás encontremos una guía autorizada que demuestre que, de hecho, esta persona estaba equivocada acerca de dónde estaban los límites del país y que todavía estoy en los límites correctos. Eso sería un ejemplo de cómo, para seguir siendo racionales a la hora de mantener las propias creencias básicas, tendrías que vencer a los derrotadores que se les opongan.

Pero Plantinga da esta interesante analogía donde dice que a veces una creencia que tienes puede ser tan poderosamente garantizada para ti que se convierte en un "derrotador intrínseco". Por ejemplo, una creencia en la que se me acusa de un crimen, todas las pruebas están en mi contra, de modo que un jurado me declarará culpable si simplemente se basan en las pruebas. Pero, ¿Estoy obligado a creer que soy culpable? ¡No! Sé que no cometí el crimen. Recuerdo que no estaba allí. Estaba en casa, como él dice, leyendo un libro o algo por el estilo. Este sería un ejemplo de una creencia que está tan fuertemente garantizada para mí que simplemente derrota intrínsecamente a los derrotadores que se enfrentan.

William Craig sugiere es que el testimonio del Espíritu Santo puede llegar a ser en un "derrotador intrínseco de derrotadores". Es decir, puede ser tan poderosamente seguro en nuestras vidas que derrotará intrínsecamente a los derrotadores extrínsecos de ateos y escépticos, etc contra él.

Esto no se refuta al mostrar en otra situación donde la evidencia es tan increíblemente poderosa que tendría que decir que estoy mentalmente enfermo, que realmente estuve allí, realmente cometí el crimen, y por lo tanto no tengo un derrotador intrínseco de derrotadores. Eso no obstante, no derrota de ninguna manera el argumento de que puede existir un derrotador intrínseco de derrotadores, que está tan intrínseca y poderosamente garantizado que derrota intrínsecamente a los derrotadores que se le opongan. Entonces, no es razonable decir que: "No es justificable decir que el 'testimonio interno' del Espíritu Santo triunfa sobre TODA la evidencia".

No todas las creencias básicas son igualmente justificadas. En algunos casos serán derrotables, y en otros casos pueden no ser derrotables. Lo que estoy sugiriendo es que el testimonio del Espíritu Santo puede ser tan poderosamente justificado que se convierta en un "derrotador intrínseco de derrotadores", señala Craig. En otras palabras , la experiencia del testimonio del Espíritu es auto-autenticada para la persona que realmente la tiene. Una persona llena del Espíritu Santo puede saber de inmediato que su afirmación del testimonio del Espíritu es verdadera a pesar de las falsas afirmaciones(derrotadores) que hacen las personas.

Ahora un testimonio del Espíritu Santo no solo nos da un conocimiento seguro sino también nos fortalece con poder. William Craig señala:
¿Qué le haría a usted dejar de creer en el cristianismo? No sé, tal vez alguna persecución o una depresión profunda, o ver a mis hijos sufrir inútilmente, o un número de otras cosas. Últimamente, he estado leyendo Divine Institutes (Los Institutos Divinos) de Lactancio y a medida que leo sobre el valor y la fortaleza de los primeros mártires cristianos bajo una coacción de las más horribles torturas, no puedo dejar de preguntarme," ¿Tendría yo esa clase de valor? Soy tan débil y cobarde. ¿Me habría rendido a la primera imposición del dolor?" (Afortunadamente, Jesús nos dice que no nos preocupemos precisamente por esas cosas porque el Espíritu Santo nos da el poder durante esas tribulaciones). Sin embargo, pienso que usted puede ver que el asunto no tiene que ver con qué yo haría para que yo abandonara mi fe, sino que hay circunstancias bajo las cuales yo estaría racionalmente obligado a abandonar mi fe. Y la respuesta a esa última pregunta me parece ser, No. El testimonio del Espíritu Santo es lo que Alvin Plantinga llama un derrotador intrínseco de los derrotadores que se presentan en contra de la fe cristiana. La garantía que este testimonio trae a la fe cristiana siempre excederá la garantía presentada en contra de la fe cristiana por varias objeciones... ¿No nos hace llegar eso al subjetivismo? Como diría Plantinga, es difícil de ver cómo.
Testimonio vs Testimonio

Sin embargo, la existencia de un testimonio verdadero del Espíritu no excluye que ya que halla otros grupos cristianos que dicen poseer un testimonio verdadero. En estos casos uno podría insistir: "Pero, ¿Cómo sabe usted que su experiencia no es también falsa?" La respuesta es la misma: La experiencia del testimonio del Espíritu es auto-autenticada para la persona que realmente la tiene. La persona llena del Espíritu Santo puede saber de inmediato que su afirmación del testimonio del Espíritu es verdadera a pesar de las falsas afirmaciones que hacen las personas que se adhieren a otras religiones. William Craig habla sobre estos casos:
Como enfatiza Plantinga, cualquiera de las religiones que tiene una figura “Dios” también puede afirmar justificadamente que tampoco hay ninguna objeción de jure para su fe, independientemente de las objeciones de facto. Eso me parece muy bien. Yo no objetaría nunca al Islam o incluso al mormonismo sobre las bases de jure sino sobre las bases de facto. (Véase el libro de Plantiga Warranted Christian Belief (Creencia Cristiana Garantizada) publicado por Oxford en el 2003.) 
William Alston señala que esta situación tomada en aislamiento resulta en un empate, ya que ninguno de los dos sabe como convencer al otro de que solo él tiene una experiencia verídica, y no ilusoria. Este empate no socava la racionalidad de la creencia propia del cristiano, ya que incluso si el proceso de formación de su creencia es lo más fiable posible, no hay forma de que pueda dar una prueba que no sea circular de este hecho. Por lo tanto, su incapacidad de proporcionar dicha prueba no anula la racionalidad de su creencia... ¿Cómo podemos romper ese empate? Alston responde que el cristiano debe hacer todo lo que pueda para buscar un terreno común en el cual adjudicar las diferencias cruciales entre sus visiones competidoras, buscando mostrar de una forma no circular cuál de ellas está correcta. 
En resumen los grupos cristianos están perfectamente dentro de su derecho, sobre la base de su experiencia religiosa, a mantener sus creencias de una manera propiamente básica. Pero, creo que hay derrotadores (objeciones de facto) de su  creencia. Aquí se hace relevante la distinción entre el conocer o saber que nuestra fe es verdadera y mostrar que es verdadera. Para mostrarle a nuestro amigo que sus creencias no son propiamente básicas, podemos presentar objeciones de facto para la verdad de su creencia, puesto que al no tener un testimonio genuino del Espíritu Santo, podemos esperar que su confianza se “caiga” con la fuerza de la evidencia y que él llegue a ver que su experiencia o no era verídica o estaba malinterpretada. Una vez más, él puede decir la misma cosa y así involucrarse en la apologética con la intención de proporcionar las objeciones de facto hacia la nuestra. Eso genera un maravilloso debate de ideas respetables.

Aquí en este punto citaré un extracto de la conferencia en FAIR de Blake Ostler, él dijo:

Sugiero que si adoptamos el "exclusivismo" religioso o el "pluralismo", entonces tenemos un problema. El exclusivismo es la visión de que solo tenemos un conducto directo hacia Dios y solo nosotros tenemos "la verdad". El pluralismo es la opinión de que todos tienen tanto derecho a decir que tienen la verdad como todos los demás. Pero no creo que adoptemos ninguno de esos puntos de vista; Creo que los Santos de los Últimos Días adoptamos lo que yo llamo "inclusivismo religioso". Es decir, por ejemplo, las experiencias de los evangélicos de que Jesús es el Cristo no cuestionan en absoluto la fe SUD. La fe es un principio universal y eternamente válido para todos. Cada persona recibirá ese grado de luz que está dispuesto a recibir y cada grado de luz representa la Salvación. Además, cada persona tiene un propósito en la vida humana para aprender de las experiencias que se dan en cualquier lugar de su progresión. Debe ser parte de nuestra fe que las personas que nacen en las selvas más profundas de África, quizás nunca oirán el Evangelio durante esta vida, pero tienen tanto un propósito en sus vidas para aprender de sus experiencias de vida como nosotros; y que ganarán, por lo tanto, un aumento en la luz al hacerlo. Y les digo que simplemente es cierto que la fe en Cristo es un principio y base eterna y universalmente válidos para conocer y experimentar la verdad y realizar milagros. La fe en Cristo es un principio tan válido para Agustín como para el presidente Hinckley y tan operativo en la época de Martín Lutero como lo fue en los días de José Smith.
¿Qué hace que una creencia sea racional? 

Craig responde, Según Alvin Plantinga, el escritor epistemólogo cristiano más importante de hoy, por "racional" se puede entender en cualquiera de dos sentidos. En primer lugar, se puede decir que el creyente está dentro de lo que Plantinga llama sus "derechos epistémicos" al sostener la creencia en cuestión. La idea aquí es que las personas tienen ciertas obligaciones o deberes relacionados con sus creencias. Mientras estoy sentado aquí en mi escritorio, una computadora parece estar en frente de mí. Yo no estaría en mi derecho de creer que hay un caballo delante de mí. Tal creencia, por tanto, sería irracional. Por otro lado, mi creencia de que hay una computadora delante de mí no viola ningún deber intelectual y por tanto es racional para mí. De hecho, me siento inclinado a decir que tal creencia es inclusive racionalmente obligatoria para mí.

Una forma alternativa de entender qué hace que una creencia sea racional es en términos de lo que Plantinga llama una "estructura noética" de una persona. Una estructura noética es el sistema de creencias de una persona. Algunas creencias se basarán en otras creencias y de esa manera se encuentran más altas en la estructura. Pero en la base de la estructura habrá una colección de creencias básicas que no son inferidas de otras creencias, pero que se toman inmediatamente como verdaderas en diversas circunstancias en las que una persona se encuentre.

Para que una creencia sea racional para alguien, esa creencia no necesita ser necesariamente verdadera y mucho menos ser probada verdadera, por no hablar de conocer o saber con certeza que es verdadera. La persona sólo tiene que estar entre sus derechos epistémicos o no exhibir ningún defecto en su estructura noética en sostener esa creencia. Pero la creencia podría resultar ser falsa. Isaac Newton, por ejemplo, estaba claramente dentro de sus derechos en sostener la verdad de la física que él fundó, a pesar de que 300 años más tarde los físicos descubrieron que la física newtoniana tendría que ser abandonada en lo que se trataba con los objetos que viajan a velocidades que se aproximan a la velocidad de la luz. Nadie diría que Newton estaba o era irracional, a pesar de que resultó estar equivocado. ¡De hecho al decir que el Cristianismo es una fe razonable, uno está haciendo una afirmación muy modesta! Hacer tal afirmación no quiere decir que el Islam o que el ateísmo no sean también creencias razonables. Decir que la fe es razonable en ese sentido es afirmar que esas doctrinas son racionales para que una persona las sostenga.

Función del Argumento y la Evidencia

El único papel que le queda al argumento y la evidencia es un rol subsidiario. Creo que Martin Lutero distinguió correctamente entre lo que llamó los usos magisteriales y ministeriales de la razón. El uso magisterial de la razón está por encima del evangelio como un magistrado y lo juzga sobre la base de argumentos y pruebas. El uso ministerial de la razón ocurre cuando la razón se somete y sirve al evangelio. A la luz del testimonio del Espíritu, solo el uso ministerial de la razón es legítimo. La filosofía es justamente la sierva de la teología, escribe Craig.

Una persona que sabe que el cristianismo es verdadero sobre la base del testimonio del Espíritu también puede tener una apología sólida que lo refuerza o lo confirma, no obstante no sirve como base de su creencia. Craig concluye diciendo: "Si surge un conflicto entre el testimonio del Espíritu Santo y la verdad fundamental de la fe cristiana y las creencias basadas en argumentos y pruebas, entonces es el primero el que debe prevalecer sobre el segundo, y no al revés."


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